LO QUE ENTENDEMOS POR MUNDO

El acto de percibir es una experiencia única, muy personal e intransferible. El mundo que yo percibo, solo yo lo percibo… y es una experiencia que se desenvuelve dentro de los límites de una percepción selectiva, que comienza a funcionar con el primer aliento. Este primer aliento consagra la bipolaridad de la totalidad de mi mundo. Mi CARTA NATAL es mi UNIDAD. Es mi mundo. En ella está plasmada la promesa de Ser que soy. Aquello que tiene que llegar a Ser en el transcurso de la presente existencia. Nuestra promesa de Ser es como el árbol, que ya está contenido dentro de la semilla, esperando su tiempo de SER. La forma del árbol ya concluida, es en sí misma invisible y anterior al árbol que percibirán y registrarán nuestros cinco sentidos. Es una especie de “molde” en el que se va alojando la materia. Una materia que va gravitando en torno del eje por el que fluye el IMPULSO GERMINAL de toda individualidad. Esto vale para todas las especies vivas del planeta. En todos y cada uno de nosotros, como seres humanos, hay una fuerza que comienza a operar para adentro y para arriba, a partir del momento mismo de la CONCEPCIÓN… y ella permanece a lo largo de toda la existencia como la vía ascendente, por donde las individualidades crecen y maduran. El impulso germinal opera a través de pulsaciones. Impulsos que expresan singularidades dentro del espacio en el que se está desarrollando la identidad. Cada impulso germinal contiene en sí mismo alguna de las cualidades del individuo en desarrollo. Representa el instante en el que algún rasgo de la personalidad aflora para instalarse definitivamente. Es el instante en el que alguna particularidad del individuo viene a Ser. Sobre esta sucesión de impulsos se va formando, dentro del vientre materno, el nuevo ser que habrá de incorporarse a la especie humana. Ya oportunamente me ocuparé de ahondar en el desarrollo de esta experiencia intrauterina.


Por el momento me limito a decir que, alrededor del sexto mes de gestación, se da un momento en el que la individualidad en formación se independiza de los ritmos biológicos maternos y pasa a sintonizarse con el ritmo de su propia particularidad. Un diminuto corazón pasa entonces a marcar el compás de su propio tiempo individual. Ese es un momento transcendente, en el que el individuo adquiere su centralidad, con relación al cosmos. Es el momento en el que se definen los fundamentos de su dialéctica particular y a partir de ahí, su vida como individualidad diferenciada dentro del género humano, queda claramente consolidada. En este sexto mes de gestación, se produce una suerte de salto cuántico en el proceso dialéctico que hasta el momento se venía desarrollando. De repente, la individualidad se sintoniza con aspectos que le son complementarios, pero que están vibrando mucho más allá del útero en el que se encuentra. De esta forma, antes mismo de producirse el parto, queda prefigurada la estructura básica de la nueva dimensión de la unidad, en la que tendrá lugar el nuevo nivel de existencia. La interacción dialéctica es el estado permanente de los principios opuestos y complementarios. Dentro de la dimensión de la nueva individualidad, esta dinámica pendular se inicia en el mismo momento en que se unen el óvulo con el espermatozoide. Ahí se da inicio al devenir de una nueva existencia y se establecen los fundamentos básicos del dialogo que la sustentará. La vida se desarrolla a través de un diálogo permanente, que jamás se detiene. A traves de esa interacción se vinculan los opuestos complementarios, para darle solidez a las diversas estructuras del universo… y fundamentalmente, para darle solidez al microcosmos que delimita nuestra individualidad, frente al basto escenario de la propia Creaciòn.

 





ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico