EL CAMINO INTERIOR

Una vez que tenemos una visión más o menos clara de la estructura de la Unidad Múltiple, estamos en condiciones de comprender el “paisaje” por el que debería desarrollarse la evolución de todas las individualidades que conforman la heterogénea estructura de la biosfera planetaria. Cada uno de nosotros vive y procesa, de forma más o menos consciente, el nivel de grandeza de la UNIDAD que tiene como sol central a nuestro propio sol NOUS. La materia cósmica que gravita en torno de este sol, va mucho más allá de la epidermis. Se extiende hasta el objeto más lejano de nuestra percepción. Este “paisaje” perceptible es conformado por todos y cada uno de los COMPLEMENTOS a los que, de forma absolutamente selectiva, nos vinculamos dialécticamente. Este universo, al que llamamos MICROCOSMOS, es el universo que cada uno de nosotros ve y procesa. Es una percepción única e intransferible… y esto significa que cada uno ve apenas su propio universo… y es con él que cada uno de nosotros dialoga. Nuestro análisis astrológico hace referencia a este nivel de grandeza de la unidad múltiple. Siempre hacemos hincapié en la idea de que SOMOS el dialogo entre los complementos que conforman la dialéctica del nivel de grandeza que percibimos conscientemente. Esa es la expresión de la unidad a la que tenemos (o deberíamos tener) acceso consciente. Es en ese nivel en el que debería procesarse nuestro despertar evolutivo. El sueño colectivo es la naturaleza psicológica de todo útero… y este sueño conforma la fuerza lunar que nos atrapa y limita nuestro nivel individual de Ser. La alquimia nos llama a despertar de este sueño.


Ya hemos considerado oportunamente que el gran útero planetario ejerce una fuerza de absorción sobre las individualidades, ligeramente superior a la fuerza de fijación que el Sol ejerce sobre la biosfera. Siendo así, las individualidades deben hacer un esfuerzo considerable para procesar su propio impulso evolutivo. La Luna, desde que desapareció aquel planeta que orbitaba entre Marte y Júpiter, ejerce sobre la vida terrestre un efecto que busca la masificación en la expresión particular de cada especie. La Ley de las Afinidades Psicológicas, que originariamente buscaba agrupar individuos afines a partir del principio de la empatía, comenzó a operar a través de la entropía… y así, cada ser humano se fue aislando de la unidad de la biosfera… pero también se fue posicionando, en una actitud de enfrentamiento frente al gran útero, en general… y frente a todos y cada uno de los úteros menores, en los que nuestra individualidad se ve inmersa. El sueño colectivo, se origina en esta tensión dialéctica. Son los úteros los que imponen sobre los individuos las modas, las costumbres, las ideologías, las religiones y todas las formas preconcebidas de pensamiento, convocándonos a todos y cada uno de nosotros a sumarnos a una suerte de pensamiento común, que acaba siendo la nota maestra, sobre la que gravita la conducta social.

 





ROLANDO GRIGLIO

Astrólogo Kármico